martes, 20 de marzo de 2007

EL AVANCE DE LA AGRICULTURA SOSTENIBLE EN AMERICA LATINA

Camino rural en el valle del Alto Huallaga, Tingo María-Perú
ING. M.Sc. FERNANDO S. GONZALES HUIMAN
DOCENTE DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL AGRARIA DE LA SELVA, TINGO MARÍA-PERÚ.

Este artículo examina hasta donde ha avanzado América Latina en su búsqueda de una agricultura más sostenible, y algunos factores que explican ese grado de avance. Se pretende sacar un balance global de cuanto hemos recorrido, cuáles son los obstáculos en el camino y hasta donde es realista pensar llegar. Por agricultura sostenible se entiende una agricultura que permite alimentar y vestir a toda la población a un costo razonable, ofrecer un nivel de vida aceptable para los que depende del sector y degradar poco la base de los recursos naturales.

Este artículo concluye que, en términos globales, el avance hacia agricultura más sostenible ha sido mínimo. Sin embargo, ese panorama general esconde el hecho que se ha progresado bastante en temas y lugares específicos.

Este documento esta dividido en seis secciones. La primera analiza los cambios generales en cuanto a la seguridad alimentaria de la población y los ingresos de la población rural. La segunda examina las tendencias generales en cuanto a al degradación de los recursos naturales relacionados con la agricultura. La tercera cuarta y quinta analizan el avance de la agricultura sostenible en cuanto a las políticas, las instituciones y la tecnología respectivamente, y la sexta presenta algunas conclusiones finales.
SECCION I:
La seguridad alimentaria y los ingresos de la población rural

El comportamiento global del sector agropecuario en América Latina en las últimas décadas ha sido mediocre. Entre 1970 y 2000, la producción agropecuaria creció apenas los suficiente para mantener el mismo nivel de producción per capita de alimentos; y en los últimos cinco años, o sea más despacio que la población.

Entre 1970 y 1990, la fracción de la población que vivía en pobreza y por lo tanto tenía dificultades para satisfacer sus necesidades de alimentación y ropa, se mantuvo alrededor del 45% y el porcentaje que se consideraba indigente porque sus ingresos no le permitan comprar una canasta básica de alimentos, se redujo sólo ligeramente, de 24 a 22%. En términos absolutos, la población en la pobreza creció de 120 millones de personas a 196 millones (CEPAL, 1994).

Durante el mismo período, la proporción de la población rural que vivía en pobreza bajó de 67 al 61%, pero en términos absolutos creció de 75 al 80 millones de personas (CEPAL, 1994). La pobreza rural se concentra en el Centro y Sur de México, las laderas de Centro de América y la zona andina, el nordeste de Brasil, Haití y la República Dominicana.

El número de minifundios creció 47% entre 1980 y 1990, pasando de 7.9 millones a 11.7 millones, y el crecimiento demográfico llevó a una reducción en el tamaño promedio de las fincas (Chiriboga y Plaza, 1993). A pesar de constituir casi el 70% de las explotaciones agropecuarias, estos productores sólo controlan el 3.3% de la superficie en fincas.

Los ingresos de los agricultores han sufrido por los bajos precios internacionales par sus productos, agraviados por la depreciación de las tasas de cambio y mayor competencia con bienes importados debido a la liberalización del comercio. Los pequeños productores han perdido gran parte de su acceso a crédito bajo condiciones preferenciales y en la mayoría de los países ha habido una reducción en los salarios (FAS, 1988).

En resumen, la agricultura latinoamericana ha avanzado poco en cuanto a su capacidad de resolver los problemas de seguridad alimentaria para la población o de ingresos para la población rural. La producción per capita de alimentos y la proporción de la población que vive en pobreza ha variado poco, mientras en términos absolutos ha seguido creciendo a una alta velocidad.

Lo que es más preocupante todavía es que a corto plazo no se perfilan cambios importantes que puedan revertir estas tendencias. Los simpatizantes de los procesos de ajuste estructura y la liberalización del comercio siempre dijeron que el modelo de sustitución de importaciones tenía un marcado sesgo contra el sector agropecuario y los sectores pobres del campo y que un modelo neoliberal favorecería a esos sectores. Sin embargo no ha sido así. La apertura comercial y la devaluación de las monedas nacionales redujeron la discriminación contra el sector agropecuario, pero la combinación de los bajos precios internacionales para los productos agropecuarios, la desprotección de la producción agropecuaria para el consumo doméstico y la presencia de monopolio y oligopolios comerciales y agroindustriales ha provocado, generalmente,, un estancamiento de la situación de los productores. Además últimamente se ha revertido la tendencia general hacia la devaluación de las tasas de cambio, y eso ha perjudicado al sector agropecuario.
SECCION II:
La degradación de los recursos naturales

El concepto de recursos naturales renovables incluye; suelo, agua aire, material genético, flora y fauna. Estos recursos pueden ser degradados por sobre uso contaminación, destrucción física y por el uso de sistemas de producción que perturben el balance ecológico. Algunos de los problemas más severos de degradación de los recursos naturales ligados a la agricultura son: la erosión, acidificación, salinización, compactación y contaminación de los suelos y la lixiviación y extracción neta de sus nutrientes, la sedimentación de ríos, embalses y zonas costeras, el uso ineficiente de aguas de riego, cambios indeseados en los flujos hídricos, la contaminación del agua por agroquímicos y desechos agroindustriales, la erosión genética de cultivares y razas de animales y la pérdida de biodiversidad silvestre, la pérdida de masa boscosa, la degradación de pastos por sobre pastoreo y pisoteo, la destrucción de los depredadores naturales y de los microorganismos del suelo, la emisión del dióxido de carbón por quema de madera y de metano por ganado y arroz irrigado, la intoxicación de agricultores, obreros y consumidores por plaguicidas y la resistencia creciente de las plagas a estos plaguicidas.

Según las condiciones ecológicas y los sistemas de producción predominantes en cada región, los problemas de degradación de los recursos naturales varían. En las laderas y montañas de México, Centroamérica y los Andes los problemas centrales son erosión y degradación de pastos (CIP 1992; CIAT/IICA/CATIE/CIMMYT, 1991).

La producción intensiva de frutas, hortalizas, algodón y tabaco sufre sobre todo del uso excesivo de agroquímicos y de la compactación del suelo (Murray, 1994). En los márgenes de los bosques de la Cuenca Amazónica, Centroamérica y México la preocupación más grande es la deforestación y la degradación posterior de los suelos y los pastos (Painter y Durham, 1995). Las grandes áreas de monocultivos cereales del Cono Sur enfrentan problemas crecientes de fertilidad, plagas enfermedades y malezas ligados a la eliminación de la ganadería de los sistemas de producción y el uso inadecuado de rotaciones cultivos (Coscia, 1991, Viglizzo et al 1991). Para una fracción importante de las áreas irrigadas el factor limitante es la salinización de la tierra provocada por un manejo inadecuado del agua de riego (Millar, 1993; Umali, 1993). En muchas zonas desérticas áreas de la zona alta andina el sobrepastoreo es la causa más importante de degradación, y puede llevar a procesos de desertificación.

En los últimos treinta años ha habido un deterioro notable en la base de los recursos naturales para la agricultura, e incluso en los ritmos de deterioro. Entre 1970 y 1990, se perdieron 92 millones de has, de bosque en América latina, y la tasa de deforestación anual aumentó de 5,4 millones de has. en 1970 a 6,8 en 1990. Entre 1980 y 1990 las emisiones netas anuales de carbón generadas por cambios en el uso de la tierra en la región aumentaron de 384 millones de toneladas a 525 millones de toneladas. También se ha expandido el área de suelos erosionados, compactados y salinizados.

Muchos países usaban más plaguicidas por hectárea cultivada en 1987-89 que en 1977-79 y todos, excepto. El Salvador, usaban más fertilizantes químicos (Winograd, 1995).

Por otro lado, también existen tendencias positivas. Ha disminuido la tasa de deforestación en la amazonía brasilera y algunos países de América Central (Kaimowitz, 1955; Moran 1993). Se ha reforestado millones hectáreas de tierras erosionadas en las áreas templadas del Cono Sur con árboles de rápido crecimiento y hay millones de hectáreas sembradas con labranza de conservación. En varios países se ha reducido el uso de plaguicidas químicas. Han aparecido importantes industrias de insumos menos tóxicos y degradantes para el medioambiente como agentes biológicos para el control de plagas y biofertilizantes.

También hay decenas de miles productores que han adoptado sistemas agroecológicos, o por lo menos algunas prácticas que reducen la degradación de los recursos naturales.
SECCION III:
Avance de la agricultura sostenible en cuanto a las políticas, las instituciones y la tecnología.
1. La situación en cuanto al marco de políticas

Durante las últimas décadas, las políticas macroeconómicas y sectoriales favorecieron patrones no sostenibles de desarrollo agropecuario. Con escasas excepciones, incentivaron la concentración de la producción y el comercio en pocas manos el sobre uso de los recursos naturales y la contaminación la especialización excesiva y la pérdida de la capacidad de encontrar opciones de mediano y largo plazo.

Durante los años setenta, las políticas cambiarias y comerciales asociadas con el modelo de sustitución de importaciones en América latina discriminaron contra la agricultura. Las políticas alimentarias buscaron disminuir los precios de los alimentos básicos, producidos en gran medida por campesinos, aunque eso significara ingresos bajos para los agricultores. Eso desincentivó la inversión en la agricultura, haciendo menos rentables acciones dirigidas a cuidar los suelos, bosques y agua y perjudicó el nivel de vida de los agricultores.

Para compensar esa discriminación contra la agricultura, se subsidió el uso de la maquinaria y los agroquímicos y la expansión de la ganadería extensiva y el área regada a través del uso de crédito subsidiado, tasas de cambio sobrevaloradas políticas comerciales favorables para la importación de bienes de capital, tarifas bajas de agua y electricidad para riego e inversión publica en infraestructura, investigación, extensión y producción de semillas (Bebbington et al, 1993). Estas políticas fomentaron el uso excesivo de los plaguicidas tóxicos, el uso de fertilizantes químicos como la principal forma de mantener la fertilidad de los suelos, la conversión de bosques a pastos, los sistemas de monocultivo, una fuerte dependencia en recursos energéticos no renovables y el uso ineficiente del agua para riego.

Las políticas de subsidios tampoco favorecieron la equidad, ya que fueron las empresas de "agrobusiness" y los productores medianos y grandes quienes tuvieron mayor acceso a la subsidios. Los programas de crédito subsidiado y tecnología para los pequeños productores siempre recibían menores recursos que los programas para los grupos más fuertes. En gran medida, los campesinos sufrieron el impacto de las políticas que discriminaban contra la agricultura, pero no gozaron los beneficios de las políticas que deberían compensar dicha discriminación.

Las políticas de reforma agraria colonización y titulación de tierras típicamente consideraban el área forestal como "ociosa" y fomentaron su conversión para usos ganaderos o agrícolas. También existían incentivos fiscales para la deforestación y políticas macroeconómicas y fiscales e inversiones públicas en caminos que favorecían la especulación de tierras. Y aunque hubo iniciativas positivas de reforma agraria la mayoría de ellas fracasaron por priorizar más la conversión de los sectores reformados en clientes fieles a los gobiernos de turno, que la viabilidad económica de estos sectores.

En los últimos a{os, han disminuido los subsidios directos e indirectos para el uso d agroquímicos y para la deforestación. Entre muchos lugares han cambiado la políticas de colonización y reforma agraria en aras de disminuir la deforestación y algunos países han subido las tarifas del agua para riego o la han privatizado par hacer más eficiente su uso. En varios países se han reconocido los derechos territoriales de los grupos indígenas, las comunidades negras, quienes generalmente se han caracterizado por un uso más sostenible de sus recursos. Algunos ejemplos notables de las mejoras en políticas incluyen la eliminación de incentivos fiscales par la deforestación en la amazonía brasilera, la adopción de una política de subsidios para la agricultura en México que dejó de promover el uso ineficiente de agroquímicos o la siembra de cultivos anuales en tierras marginales, los incentivos para la reforestación y la privatización del agua de riego en Chile y las devaluaciones en Nicaragua y Honduras que desincentivaron fuertemente el uso de plaguicidas (Moran, 1993; Murray, 1994 Rosegrant y Binswanger, 1993; Secretaría de Desarrollo Social 1994).

Sin embargo, todavía no existe un marco de políticas de tasa de cambio, aranceles, crédito, comercialización, subsidios, tenencia de la tierra, información, inversión pública, normas y controles que favorezca la adopción de patrones tecnológicos más sostenibles. Muchas distorsiones que favorecen el deterioro de los recursos naturales persisten, y algunas de las medidas asociadas con los procesos de ajuste estructural y liberalización comercial, como son la promoción de las exportaciones de banano, productos agrícolas no tradicionales como frutas, hortalizas, flores y plantas ornamentales y madera extraída de bosques naturales y la liberalización de las importaciones de plaguicidas, han estimulado el uso excesivo de plaguicidas y la deforestación (Hoppin, 1991; von Amsberg, 1944). El sesgo pro-exportador de las políticas recientes también tiende a favorecer más a los grandes productores y a aumentar la vulnerabilidad de las economías.

2. La situación en cuanto al marco institucional

El marco institucional que caracterizó la agricultura latinoamericana en las décadas pasadas dista mucho de promover una agricultura sostenible. Las prioridades, estructuras organizativas, metodologías y recursos humanos respondían a los objetivos de aumentar la producción agropecuaria de corto plazo bajar los precios de los alimentos a los consumidores y establecer clientelas políticas en el campo, pero no a la búsqueda de una economía más democrática y de una relación más armoniosa entre la sociedad y la naturaleza. Además, tuvieron siempre un marcado sesgo verticalista, donde el Estado imponía las políticas con escasa participación de los sectores involucrados, sobre todo cuando se trataba de campesinos, indígenas, mujeres y agricultores de la zona marginadas.

Últimamente, ese marco institucional ha sido debilitado, pero se empiezan a perfilar apenas algunos elementos de un marco institucional alternativo. Casi han desaparecido las agencias públicas dedicadas a la comercialización de alimentos básicos y las empresas estatales productivas y han perdido presencia y recurso los organismos públicos de investigación y extensión agropecuaria, reforma agraria, crédito y riego, aún son débiles los gobiernos municipales y estatales, las agencias ambientales, las universidades, las organizaciones no gubernamentales y las organización campesinas e indígenas que podrían formar el núcleo de una nueva institucionalidad en el campo.

El sector público mismo comienza paulatinamente a cambias. Cada vez más los discursos de los jerarcas del sector reconocen de forma explícita la magnitud de la degradación de los recursos naturales y la necesidad de tomar medidas radicales para enfrentarla. Ya no extraña a nadie que los Ministros de Agricultura o los Congresos hablen de agricultura sostenible, agroecología o agricultura orgánica aunque todavía la práctica dista mucho de la retórica. Los institutos nacionales de investigación agropecuaria están dedicando más recursos a investigar sobre temas ligados al manejo de los recursos naturales, algunas veces incluso con enfoques agroecológicos. Se han fortalecido algunos organismos públicos encargados del monitoreo ambiental y el establecimiento de un marco regulatorio y se han financiado proyectos de áreas protegidas manejo de cuencas, agroforestería y forestería comunitaria y manejo integrado de plagas.

Estos cambios son positivos, pero su influencia real en el campo todavía es muy limitada. Se han creado nuevos reglamentos sin tener la capacidad de hacerlos cumplir. Se está investigando más sobre como manejar mejor los recursos naturales pero hay escasa participación de los agricultores o las posibilidades de difundir los resultados de la investigación son limitadas.

Muchas universidades latinoamericanas tienen un interés creciente en trabajar en temas ligados a al agricultura sostenible, pero la mayoría son académicamente débiles. En al mayor parte de la Centroamérica, el Caribe, los países más pobres de la zona andina y las regiones pobres de los otros países, las universidades investigan poco y tiene limitado acceso a la información producida por otras entidades, sus profesores y estudiantes cuentan con una formación académica deficiente y padecen de múltiples problemas institucionales. Al mismo tiempo, en las universidades con mayor fortaleza técnica existe la tendencia de dedicarse más a investigaciones netamente académicas y a tener a escasos vínculos con los actores menos privilegiados en su entorno.

Cientos de ONGs en América Latina trabajan con tecnología de manejo de recursos naturales ligada a la agricultura (Kaimowitz, 2000). Entre ellas existe una gran variabilidad de tamaño capacidad tecnológica y tipo de vínculos reales con los agricultores. Sin embargo, en toda la región probablemente no pasa de cien las ONGs que tienen un trabajo eficaz relacionado con agricultura sostenible, y sólo llegan a una fracción marginal de los agricultores. La gran mayoría de las ONGs que trabajan con estos temas son pequeñas, con limitada capacidad técnica y poco arraigo real entre los agricultores a quienes supuestamente apoyan. Las ONGs son muy dependientes de fondos externos de Europa y Estados Unidos, lo cual es muy preocupante ya que dichos fondos tienden a disminuir.

La ONGs ha desempeñado un papel importante en promover el uso de tecnología sencilla para el manejo de recursos naturales tales como el uso de abonos orgánicos y cultivos de cobertura obras de conservación de suelos, reforestación repelentes naturales e insecticidas botánicos (IDESAC et al, 19989; Kaimowitz et al, 2002). En general, estas son alternativas tecnológicas que se conocen desde hace bastante tiempo, y las ONGS han hecho relativamente poco para adaptarlas a las condiciones específicas de las distintas regiones productores.

Muchas ONGs hablan sobre la importancia de aprender de los agricultores y rescatar tecnología autóctona, pero pocas logran hacerlo de manera sistemática. También hay una brecha muy grande en cuanto al discurso de la mayoría de las ONGs sobre la participación de los agricultores en sus programas y la situación real.

Un aspecto positivo del trabajo de las ONGs con agricultura sostenible en los últimos años ha sido la tendencia a crear instancias nacionales y regionales para construir consensos sobre políticas, intercambiar experiencias, metodología y materiales y realizar actividades de forma conjunta. Muchas ONGs que trabajan con agricultura sostenible forman parte del Consorcio Latinoamericano de Agroecología y Desarrollo (CLADES), el Consorcio de Desarrollo Sostenible Andino (CONDESAN) la Federación Internacional de movimientos de Agricultura Orgánica (IFOAM), la Asociación para el Mejoramiento de los Cultivos Orgánicos (OCIA), el Movimiento Agroecológico de América Latina y el Caribe (MAELA) y el Servicio de Información Mesoamericana de Agricultura Sostenible (SIMAS). También existen redes nacional de ONGs y otras entidades que trabajan con agricultura sostenible, agroecología o temas similares en casi todos los países de la región.

Otro fenómeno positivo, aunque incipiente, ha sido la incorporación del concepto de agricultura sostenible en el trabajo de muchas de las organizaciones campesinas e indígenas. Dado a que ya no hay tanto apoyo urbano para reformar agraria crédito agrícola subsidiada o políticas comerciales que protegen la agricultura, estos grupos esperan ganar apoyo de la clase media y los grupos ambientalistas internacionales con base en el potencial de los pequeños productores como guardianes de la tierra, bosques, agua y recursos genéticos. Este es un fenómeno reciente, y todavía está más a nivel de discurso que de acciones concretas, pero a mediano plazo podría resultar de mucha importancia.

3. La situación en cuanto a la disponibilidad de alternativas tecnológica

Para analizar el avance en cuanto a la tecnología para una agricultura sostenible, se ha dividido la tecnología relacionado con agricultura sostenible en seis tipos:

a. Insumos alternativas
b. Tecnología de alta precisión
c. Prácticas de manejo y obras físicas
d. Tecnologías "agroecológicas"
e. Alternativas de ordenamiento territorial
f. Tecnología de comercialización

Los insumos alternativos sustituyen insumos tóxicos, dañinos para el medio ambiente y basados en recursos naturales no renovables por otros productos menos nocivos con abonos orgánicos, biofertilizantes, lombrices, agentes de control biológico, repelentes naturales, feromonas y plaguicidas químicos menos tóxicos y/o con menores efectos residuales (Altieri, 1995).

En este caso se usan insumos de fuera de la parcela, igual como se hacía con la tecnología de la revolución verde, lo único que cambia es el tipo de insumo que se usa. Por lo tanto, este es uno de los tipos de tecnología mas fácilmente compatible con las estructuras organizativas y metologías de la investigación y transferencia de tecnología agropecuaria actual, y un alto porcentaje de los éxitos hasta la fecha han sido con este tipo de tecnología. Ya existen mercados importantes para Bacillus Thuringiensis (BT), Trichogramma y otros agentes biológicos, plaguicidas con base botánica, "biofertilizantes como rhizobium, micorrizas y azobacteres y abonos orgánicos de distintas fuentes, y se puede anticipar que el uso de estos productos aumentaran sustancialmente en los próximos años.

Las tecnologías de "de alta precisión" reducen el uso de agroquímicos, agua y energía no renovable a través de un afinamiento de las dosis, formas y momentos de aplicación de insumos, agua y maquinarias que evita cualquier uso por encima de óptimo económico (Munson y Runge, 1990). Por ejemplo, se puede usar umbrales económicos de incidencia de plagas para determinar cuando aplicar plaguicidas, fertilizar con base en análisis del suelo pro parcela, ajustar las densidades de siembra a las condiciones de cada parcela e instalar sistemas de riego que permitan mayor control sobre los flujos de agua. Los modelos de programación lineal y no lineal ayudan a identificar formas de ahorrar en el uso de la tierra, maquinarias agua e insumosMuchas de estas tecnologías, aunque no todas, requieren métodos algo sofisticados, y por lo tanto, han sido aprovechado principalmente por productores grandes. Al mismo tiempo que disminuye el uso excesivo de bienes de capital también disminuyen los costos de producción.
Con el avance de la revolución informática se puede anticipar que este tipo de tecnología se utilizar cada vez a mas aportando al uso mas eficiente de los bienes de capital, pero haciendo mas difícil para los pequeños productores competir con los productores más grandes.

Mucha de las tecnología tradicional de conservación de suelos y agua tienen como base las prácticas de manejo y obras físicas de manejo y obras físicas, como terrazas, acequias, muros, siembra en contorno, labranza mínima y labranza cero y obras de captación, almacenamiento, distribución y drenaje de agua. También hay algunas alternativas de manejo de plagas basadas en prácticas culturales, como la incorporación de rastrojos, el uso de podas y la eliminación de plantas hospederas de plagas.

Estas tecnologías difieren de las tecnologías anteriores en cuanto a que su aporte al manejo de recursos naturales no viene principalmente a través de una reducción en el uso de bienes del capital.

La mayoría, aunque no todas, requieren inversiones adicionales en mano de obra o maquinaria, lo que puede dificultar su adopción, especialmente cuando no generan un alto retorno a corto plazo que justifique la inversión adicional. En el pasado, frecuentemente se asumía, erróneamente, que los campesinos disponen de mucha mano de obra subocupada, que se puede aprovechar para invertir en estas tecnologías de los esfuerzos para promoverlas.

De todas estas prácticas, quizás las únicas que han tenido una amplia adopción, han sido las relaciones con la labranza de conservación. Esa tecnología requiere nuevas inversiones en maquinaria e implementos, pero en relativamente corto plazo reduce los costos de producción. Por otro lado, hay amplias áreas donde tradicionalmente los agricultores usaban terrazas y otras prácticas de conservación de suelo, pero esas tradiciones se han ido perdiendo debido a la necesidad de los productores de buscar fuentes de trabajo fuera de las fincas (Zimmerer, 1993).

Las tecnologías agroecológicas aprovecha los principios ecológicos tales como diversidad en el espacio y el tiempo, reciclaje de nutrientes, depredación natural y parasitismo, máximo aprovechamiento de luz y agua, fijación biológica de nitrógeno y recursos genéticos adaptados a las condiciones locales par crear agroecosistemas más productivos y estables y menos dependientes de recursos externos (Altieri, 1987). Las tecnologías de este tipo incluyen las rotaciones y asociaciones de cultivos, los sistemas mixtos agrícolas-ganaderos, agroforestales y silvopastoriles, el uso de leguminosas, al control biológico clásico, el mantenimiento de la diversidad genética y el reciclaje de deshechos agroindustriales, como la pulpa de café, el banano de deshecho, el bagazo de la caña de azúcar y el excremento de establos y chiqueros para distintos usos.En su máxima expresión, este tipo de tecnología implica rediseñar de forma completa los sistemas de producción, y no sólo cambiar algún componente especifico. Esta pretensión, sin embargo, contradice la tendencia de la mayoría de los agricultores de adoptar sólo componente tecnológicos aislados, y por lo tanto requiere esfuerzos más intensivos de transferencia de tecnología. Probablemente sólo se aun pequeño grupo de agricultores los que asimilan la filosofía de un enfoque agroecológico de alta productividad y reestructuran sus sistemas de producción. Sin embargo, si ha habido un aumento sustancial en el uso de abonos verdes en muchos lugares, el reciclaje de deshechos agroindustriales y otras practicas puntuales. Es probable que paulatinamente aumente la adopción de patrones tecnológicos agroecológicos, aunque no se puede esperar que ese proceso sea muy rápido.

Por tecnologías de "ordenamiento territorial", se entiende todos aquellos cambios en los patrones de uso de la tierra que degradan menos los recursos naturales. Estos cambios en el uso de la tierra son producto no solo de cambios en los precios relativos, sino también de tecnologías que modifican la rentabilidad comparativa de los distintos usos de suelo. Ese cambio en rentabilidad puede ser directo cómo cuando se expande el área del bosque como resultado del desarrollo de una nueva variedad de árbol de rápido crecimiento o puede ser indirecto -cuando mejoras tecnológicas en el arroz aumenta su oferta en zonas productivas, reduce su precio y desincentiva la producción de arroz en zonas marginales (Harrington, 1994).

Probablemente, la tencología de ordenamiento territorial que mayor impacto ha tenido hasta ahora ha sido el mejoramiento genético forestal, permitiendo una gran expansión en el uso de árboles de rápido crecimiento, en varias regiones, pero especialmente en el Cono Sur. Esto ha permitido reducir la erosión en grandes áreas de laderas aunque también ha generado otros tipos de problemas debido al enfoque de monocultivo de las plantaciones, el desplazamiento de especies nativas, la contaminación asociada con los procesos industriales y el desplazamiento de los pequeños productores por las grandes empresas forestales.

Las tecnologías de comercialización le permiten al productor obtener mejores precios para sus productos por ser "orgánicos" o producidos en sistemas "sostenibles". Estas tecnologías incluyen sistemas de certificación y sellos verdes que garantizan que los productos agropecuarios y forestales han sido producidos usando tecnologías de manejo de recursos naturales y formas innovativas de distribución de esos productos. Ya existen iniciativas importantes de producir, procesar y exportar ajonjolí, algodón, café, cacao, frijol y soya orgánica, y también hay mercados pequeños pero crecientes para estos productos en la región. También se ha comenzado a exportar madera y otros productos forestales con "sellos verdes", que supuestamente reflejan que esos productos han salido de sistemas donde existe un manejo sostenible.En muchos casos, aunque no siempre, la agricultura orgánica produce rendimientos físicos por debajo de los que permiten un agricultura con algo uso de insumos. Esto, sin embargo, se puede compensar con el menor gasto en insumos y los precios más altos que logran los productos orgánicos (Pretty, 1995). De igual forma, en algunos casos de sobreprecio que permite el manejo sostenible de los bosques nativos cuando se vende los productos, justifica los costos adicionales, sobre todo cuando se incluye una etapa de transformación industrial.Se puede esperar que durante los próximos años sigan creciendo los mercados para los productos orgánicos y con "sellos verdes", aunque seguirán representando un pequeño porcentaje de los mercados globales. La producción para estos mercados también debe de generar experiencias valiosas a nivel tecnológico que puedan ser incorporadas por otros productores que no necesariamente vende en estos mercados.
CONCLUSIONES:
Visto en su conjunto, las macrotendencias de la agricultura latinoamericana reflejan poco avance en cuanto a la sostenibilidad. Se nota poco progreso tanto en la seguridad alimentaria y los ingresos de los sectores pobres del campo como en la degradación de los recursos naturales. En términos generales, el marco de políticas todavía favorece a una agricultura de carácter excluyente que degrada los recursos naturales, la capacidad institucional para promover una agricultura sostenible es todavía una débil y muchas de las tecnologías disponibles que podrían aportar a una agricultura sostenible son difíciles de adoptar.
Existen, sin embargo, semillas de esperanza o como dice Miguel Altieri "semilla de resistencia". Ciertas políticas que incentivaban la deforestación y el uso de agroquímicos han cambiado. Se empieza a visualizar algunos elementos que podrían formar la base de un nuevo marco institucional que promueve la agricultura sostenible. Actualmente están dispersos en múltiples pequeños esfuerzos por entidades publicas, proyectos, universidades, ONGs gobiernos locales y organizaciones campesinas y ambientalistas. También existen algunas alternativas tecnológicas como el uso de agentes biológicos para el control de plagas y la labranza conservacionista que han logrado una amplia difusión.
Todavía es demasiado temprano para determinar si estas semillas de esperanza son islas asiladas en un mundo que va irreversiblemente hacia una globalización excluyente y depredadora de la naturaleza o si son los gérmenes de un nuevo modelo de agricultura basado en principios solidarios y ecológicos. Pero esto no es simplemente un pregunta académica para se constatada de forma empírica. Sin querer caer en el voluntarismo más vulgar, sospechoso que la respuesta a la pregunta depende en parte de nuestros propios esfuerzos. Desapreció para siempre la época en que se contaba con las leyes inexorables de la historia para lograr el progreso. De nuevo, somos responsables de nuestro propio futuro.

sábado, 10 de marzo de 2007

HABLEMOS SOBRE AGRICULTURA

Agricultura en Selva Alta, Valle del Alto Huallaga. Tingo María-Perú
INGº. M.Sc. FERNANDO S. GONZALES HUIMAN
DOCENTE DE LA FACULTAD DE AGRONOMIA - UNAS.
Para hablar sobre agricultura hagámoslo sobre la base de 10 preguntas:
1. ¿Por qué es tan importante la agricultura para asegurar un abastecimiento de alimentos constante y seguro?
2. ¿Cómo ha cambiado la agricultura a lo largo de los años?
3. ¿Cuáles son los riesgos en la agricultura y la producción alimenticia en cuanto a seguridad?
4. ¿Por qué se utilizan los plaguicidas y cómo se regula su uso?
5. ¿Cómo se regula el suministro de alimentos en cuanto a contaminantes que no sean los plaguicidas?
6. ¿Cómo se controlan los productos alimenticios y quién se encarga de ello?
7. ¿Qué son los alimentos ecológicos y cómo están regulados?
8. ¿Qué es la biotecnología (modificación genética)?
9. ¿Qué significa "agricultura sostenible"?
10. ¿A qué futuros retos tienen que enfrentarse la industria agrícola y la industria alimenticia?
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1. ¿Por qué es tan importante la agricultura para asegurar un abastecimiento de alimentos constante y seguro?

La agricultura es el sector económico más amplio del mundo. En todo el mundo, hay más gente que se dedica a la agricultura que al total del resto de las ocupaciones juntas.

Si se vuelve la vista atrás, en las guerras, hambrunas y plagas, la escasez de alimentos y la inanición han sido habituales a lo largo de la historia de la humanidad, y ha habido numerosas predicciones catastróficas que aseguraban que el aumento de la producción de alimentos no iba a poder seguir el ritmo del incremento de la población. Hasta la fecha, gracias a inventos e innovaciones, el hombre ha conseguido sobrevivir.

La población mundial aumenta en 86 millones de personas por año y las Naciones Unidas prevén que la población total es ya de más de 6 billones. Se prevé que la población mundial alcance los 9 billones antes del año 2050 y aunque la proporción que está hambrienta y desnutrida disminuye lentamente, la cantidad absoluta sigue aumentando. Hoy en día, el número aproximado de personas que padecen hambre y desnutrición es de 830 millones, y un cuarto de éstas son niños menores de 5 años.

2. ¿Cómo ha cambiado la agricultura a lo largo de los años?

Aunque muchos de los pasos básicos de la agricultura siguen siendo los mismos -labrar, plantar, recolectar, la cría de animales y la comercialización-, las técnicas de cultivo y cría han cambiado sustancialmente a lo largo de los años. Los agricultores actuales han tenido que tomar una mayor conciencia de los costes y beneficios, y prestar mucha más atención al rendimiento y la gestión empresarial.

En Europa, ha habido una tendencia a la especialización en las explotaciones agrarias y a la fusión de propiedades agrícolas en unidades más grandes. Los métodos de producción se han estandarizado y se han refinado. En la Unión Europea, 6,9 millones de personas se dedican a la agricultura, a la silvicultura y a la pesca, lo cual representa en torno a un 4,5 por ciento de los trabajadores y el 1,8 por ciento del Producto Interior Bruto de la Unión Europea (1999). La media del rendimiento de los cultivos ha aumentado más del 55 por ciento desde los años 50, periodo generalmente considerado como la Revolución Verde, y los tamaños de las granjas han aumentado también, alcanzando un tamaño medio de 18,4 hectáreas (1997).
Las economías de escala, permiten a los agricultores aumentar el rendimiento y la productividad, y utilizar métodos que tienen como consecuencia una mayor mecanización. El incremento de la mecanización se refleja en la disminución en Europa durante los últimos 50 años de la población activa que se dedica a la agricultura.

3. ¿Cuáles son los riesgos en la agricultura y la producción alimenticia en cuanto a seguridad?
Gracias al uso de técnicas de mejora genética, y de fertilizantes, herbicidas, plaguicidas y fungicidas en la agricultura, ha aumentado increíblemente la eficacia en la producción de alimentos. Estos modernos métodos de producción han reducido costes y han aumentado la variedad de alimentos disponibles. Como la producción alimenticia es tan compleja, es necesario un enfoque sistemático para identificar los posibles peligros en cada punto de la cadena alimentaria, para poder así evitar brotes de enfermedades de origen alimenticio y la contaminación de los alimentos. Para saber más sobre seguridad alimentaria.

La exposición de los alimentos a productos químicos agrícolas y naturales preocupa enormemente a la opinión pública, pero gracias al desarrollo de sofisticados métodos de detección, se pueden detectar en muchos alimentos pequeñas cantidades de productos químicos, potencialmente nocivos. Afortunadamente, los niveles de exposición humana a estos productos químicos están normalmente bastante por debajo de la dosis admisible de ingestión diaria y de los límites reglamentarios establecidos por los comités internacionales. No obstante, todavía se dan casos de usos inadecuados de productos químicos agrícolas, y a veces en los análisis de productos alimenticios se detectan residuos de plaguicidas de compuestos que no deberían haberse utilizado. Por este motivo, es muy importante que se vigile y se controle constantemente el uso de plaguicidas.
La contaminación microbiológica de los alimentos es la causa principal de las enfermedades de origen alimenticio y se considera especialmente preocupante la aparición de nuevas cepas de agentes patógenos que se transmiten por medio de los alimentos, como la E. coli 0157 y el fago tipo 4 de Salmonela enteriditis. Sin embargo, existen pruebas suficientes de que gracias a la práctica de métodos de producción adecuados se ha dado un descenso en las infecciones microbiológicas que se derivan de alimentos contaminados.
4. ¿Por qué se utilizan los plaguicidas y cómo se regula su uso?

Los plaguicidas son productos químicos que se utilizan para proteger los cultivos de los insectos (insecticidas), de las malas hierbas y los hongos (herbicidas y fungicidas) y de los roedores (rodenticidas).

Los problemas de plagas y su solución varían mucho dentro de Europa y dependen del clima, los tipos de suelo y muchas otras condiciones. El uso de plaguicidas ha permitido que se puedan producir suficientes productos agrícolas y materias primas de una calidad adecuada y a un precio razonable. De este modo, la lucha química contra las plagas tiene un papel básico en la agricultura moderna, contribuyendo al enorme incremento de la producción que se ha obtenido durante las últimas décadas en la mayoría de los cultivos de cereales, frutas y hortalizas. El agricultor se beneficia de una producción más eficaz, las empresas que elaboran productos alimenticios de una calidad más equilibrada de la materia prima y el consumidor de productos con buena calidad y menor precio. La utilización de plaguicidas también ha permitido a los agricultores cultivar en lugares, que de lo contrario hubieran sido poco apropiados, ampliar los periodos de crecimiento, mantener la calidad de los productos y extender su vida de almacenamiento.

Pero la mayoría de los productos químicos que se utilizan como plaguicidas son tóxicos y el principal argumento contra su uso es el riesgo que suponen para la salud y el peligro de que se contamine el medio ambiente. Estas preocupaciones, entre ellas los posibles efectos crónicos, constituyen la base de todas las regulaciones que controlan el uso de plaguicidas, establecen las normas de seguridad y vigilan los residuos en los alimentos.

La autorización y utilización de los plaguicidas se rige por la Directiva 91/414/CEE del Consejo de la UE, relativa a la comercialización de productos fitosanitarios. Los plaguicidas son sometidos a estrictos procedimientos de pruebas antes de ser aceptados por las autoridades europeas o nacionales. Las pruebas que se realizan con los plaguicidas deben demostrar que el producto, en lo que respecta al nivel de utilización previsto:

* Tiene valor real y funcionará como está previsto;
* No tendrá efectos secundarios negativos en los humanos, ya sea durante su utilización en granjas o por los residuos que puedan quedar en el alimento;
* No tendrá efectos negativos sobre el medio ambiente.
Hay otras medidas que protegen a los consumidores de posibles efectos nocivos, como las tres Directivas Europeas, que establecen los contenidos máximos de residuos de ciertos plaguicidas en determinados alimentos. Dichas directivas son:
  • La Directiva 86/362/CEE del Consejo relativa a la fijación de contenidos máximos para residuos de plaguicidas en y sobre los cereales.
  • La Directiva 86/363/CEE del Consejo relativa a la fijación de contenidos máximos para residuos de plaguicidas en y sobre los productos alimenticios de origen animal (concretamente la carne y la leche y sus productos derivados).
  • La Directiva 90/642/CEE del Consejo, relativa a la fijación de los contenidos máximos para residuos de plaguicidas en o sobre determinados productos de origen vegetal, incluidas las frutas y hortalizas. En cuanto a las frutas y hortalizas, la Directiva 79/700/CEE de la Comisión establece además los métodos de toma de muestras para el control oficial de residuos de plaguicidas.

Estas normativas se aplican en los Estados Miembros de la UE, y se revisa periódicamente la situación para mejorar la coordinación y la calidad del control de residuos de plaguicidas en los alimentos. También se establecen los contenidos máximos de residuos de plaguicidas en alimentos para lactantes y alimentos infantiles (es decir, preparados para lactantes y preparados de continuación).


Al igual que en el caso de la utilización de sustancias químicas potencialmente perjudiciales, la utilización de plaguicidas debe tener en cuenta el equilibrio entre las ventajas y los posibles riesgos para la salud humana o la degradación de la calidad del medio ambiente.


5. ¿Cómo se regula el suministro de alimentos en cuanto a contaminantes que no sean los plaguicidas?

Los contaminantes y otras sustancias no aconsejables pueden entrar en la cadena alimentaria a todos los niveles, ya sea en la fase de crecimiento y producción de materias primas o en la de distribución y consumo del producto acabado. Algunos ejemplos son las toxinas vegetales naturales, las aflatoxinas, las dioxinas y la contaminación involuntaria con metales pesados u otras sustancias. Las normas de la Comunidad Europea relativas a los contaminantes en los alimentos han sido establecidas por el Reglamento 315/93/CEE del Consejo. Dicho reglamento define "contaminante" como cualquier sustancia que no haya sido agregada intencionalmente al alimento, pero que se encuentre en él debido al proceso de producción (lo que incluye las operaciones realizadas en los trabajos de cultivo, la cría de animales y la medicina veterinaria), la fabricación, transformación, preparación, tratamiento, envase, transporte o mantenimiento de dicho alimento o como consecuencia de la contaminación medioambiental. Esta definición no incluye materias extrañas, como fragmentos de insectos, pelo de animales, etc.

Se han establecido los contenidos máximos de determinados contaminantes en los alimentos, incluido el grupo de las micotoxinas conocidas como aflatoxinas. Se trata de sustancias tóxicas naturales que son producidas por mohos en productos alimenticios conservados de modo inadecuado. Dichos contenidos máximos se refieren a los frutos secos, los cereales, la leche y las frutas secas (los alimentos que normalmente se ven más afectados).

El arsénico, el plomo, el cadmio y el mercurio -los llamados metales pesados-también tienen límites máximos.

El Reglamento 2377/90/CEE del Consejo establece la fijación de los contenidos máximos de residuos de medicamentos veterinarios autorizados en los alimentos de origen animal y prohíbe la administración de determinadas sustancias no autorizadas, incluidas ciertas sustancias de efecto hormonal.

6. ¿Cómo se controlan los productos alimenticios y quién se encarga de ello?

Los gobiernos nacionales tienen la responsabilidad de asegurar el cumplimiento de la legislación de la UE. Sus programas de control contemplan una amplia variedad de contaminantes potenciales y sustancias no aconsejables, entre otras los residuos de plaguicidas, micotoxinas, metales pesados, nitratos, radioisótopos y medicamentos veterinarios. Los procedimientos de revisión están relacionados con la fuente de la materia prima, la sensibilidad de la categoría del producto y con los límites y tolerancias establecidos por la UE y otros órganos reguladores internacionales. Por ejemplo, la presencia de residuos en alimentos infantiles y dietéticos sería especialmente censurable; por ello, se realiza una especial vigilancia en lo que se refiere a dichos productos.

Además del control general, si se da el caso de que se identifiquen preocupaciones sobre determinados contaminantes, se centra la atención en dichos compuestos. Algunos de los ejemplos típicos son el regulador de crecimiento alar en las manzanas, las aflatoxinas en frutos secos, la patulina en el zumo de manzana y en productos derivados, el plomo en el agua, etc.

7. ¿Qué son los alimentos ecológicos y cómo están regulados?

La producción de alimentos ecológicos es un área que está creciendo rápidamente en Europa. Son definidos como los productos de un sistema de explotación agrícola , en el que se evita utilizar fertilizantes artificiales, plaguicidas, reguladores del crecimiento y suplementos alimenticios para ganado. Por el contrario, estos sistemas agrícolas se basan en la rotación de cultivos, en abonos animales o vegetales, en deshierbar a mano y en la lucha biológica contra los parásitos. La agricultura ecológica es denominada "organic farming" en los países de habla inglesa, mientras que en otros mercados se utiliza "Bio" o "Eco" como forma más usual de referirse a estos productos.

Entre los principios fundamentales de la producción de alimentos ecológicos se encuentran los siguientes:

  • El uso mínimo de "insumos" como fertilizantes y plaguicidas;
  • El uso de algunos plaguicidas "naturales" (no se permite el uso de plaguicidas sintéticos);
  • El establecimiento de normas sobre materias permitidas, materias restringidas y materias prohibidas;
  • La tolerancia de niveles bajos de residuos de algunos plaguicidas sintéticos en la producción ecológica, procedentes de plaguicidas que "se filtran" de otros campos o de suelo en el que se hayan utilizado anteriormente plaguicidas.

Como la producción de alimentos ecológicos es un sistema específico de producción, es esencial garantizar la credibilidad y la autenticidad de sus métodos, desde la producción primaria de dichos alimentos hasta su consumo. En 1991, la Unión Europea aprobó el Reglamento 2092/91, que describe minuciosamente cómo tienen que producirse, procesarse y envasarse los alimentos para reunir los requisitos que se ajustan a la descripción de "ecológicos". Este reglamento también específica los criterios específicos para la inspección y posterior certificación de los productores, importadores y procesadores de alimentos.

¿Son las frutas y las hortalizas ecológicas más seguras o más nutritivas que los productos producidos de manera convencional?

No existen pruebas de que los alimentos orgánicos sean más seguros o nutritivos que aquellos que se producen de manera convencional.

Aunque no se puede decir que los alimentos ecológicos sean productos en los que no se han utilizado plaguicidas, sí está prohibido el uso de todos aquellos productos que no sean agroquímicos "tradicionales". Uno de los fertilizantes de uso más extendido en la producción ecológica es el abono. El abono de granja también se utiliza en los métodos convencionales de producción. En ambos casos se debe utilizar correctamente para reducir el riesgo de que se puedan contaminar los productos agrícolas con agentes patógenos (bacterias dañinas, especialmente E. coli 0157) y para evitar la posible contaminación del suelo y las aguas superficiales.

Para reducir el riesgo de contaminación, se deberían lavar cuidadosamente las frutas y las verduras de ensalada, ya sean ecológicas o no, antes de su consumo. Para saber más sobre el papel del consumidor en la seguridad alimentaria.

8. ¿Qué es la biotecnología (modificación genética)?

En su definición más amplia, la biotecnología se refiere a cualquier técnica que utilice organismos vivos para fabricar productos, mejorar vegetales o animales, o para desarrollar microbios para usos determinados. Esta definición incluye los métodos tradicionales de mejora vegetal, cría de animales y fermentación, cuyas raíces se remontan a hace miles de años. También comprende los métodos de la biotecnología moderna, como el uso industrial de ADN recombinante (ácido dexosirribonucleico), la fusión celular y las nuevas técnicas de bio-procesamiento.

Una parte importante de la biotecnología moderna es la investigación, transmisión y modificación de genes, que son las unidades que permiten que se puedan heredar todas las características, ya sea un rendimiento máximo de un cultivo, el color de una fruta o las enzimas producidas por una cepa de levadura.

La información que los genes contienen puede ser transferida entre diferentes especies de animales, vegetales o bacterias para obtener determinadas ventajas . Por ejemplo, se ha introducido con éxito en varios cultivos un gen para una proteína bacterial que mata las plagas de insectos, reduciendo la necesidad de utilizar insecticidas químicos. Además de transferir genes entre especies, también es posible "neutralizar" los rasgos no deseados. Por ejemplo, esta técnica se ha utilizado para neutralizar el gen responsable del ablandamiento en el tomate, lo cual ha dado como resultado un producto con mejores cualidades de conservación.

La introducción de la biotecnología moderna en la agricultura europea ha levantado bastante polémica en nuestra sociedad. Actualmente, sólo está autorizado su uso en unos cuantos cultivos.

9. ¿Qué quiere decir "agricultura sostenible"?

El crecimiento de la población y las mejoras del nivel de vida en muchos países, ha tenido como consecuencia un aumento del consumo y un incremento de la demanda de los recursos naturales del mundo.

Por definición, la sostenibilidad se refiere a la duración de un sistema a largo plazo. El objetivo de la agricultura sostenible es producir alimentos de manera eficaz y productiva, pero conservando y mejorando el medio ambiente y las comunidades locales. El concepto de agricultura sostenible incluye actividades como procurar que los insumos de fertilizantes y plaguicidas sean lo más bajos posibles, pero que se sigan produciendo cultivos de alto rendimiento y de buena calidad; garantizar que se minimizan los efectos adversos sobre el medio ambiente y ayudar a mejorar las condiciones de los miembros de la comunidad local, proporcionándoles trabajos, y respetando el medioambiente.

Los enfoques de agricultura sostenible obviamente varían según el lugar, debido a los diferentes medios, culturas y condiciones locales. Sin embargo, tienen en común el objetivo global de preservar y mejorar la condiciones medioambientales, consiguiendo a su vez un rendimiento óptimo.

10. ¿A qué futuros retos tienen que enfrentarse la industria agrícola y la industria alimenticia?

Los retos de la industria agrícola y la industria alimenticia en el siglo XXI son:

  • La posible desigualdad entre las existencias de alimentos en el mundo y las necesidades nutricionales humanas;
  • El impacto de la agricultura en el empleo rural y los niveles de ingresos;
  • Las consecuencias de las tecnologías agrícolas y alimenticias modernas en el bienestar de los seres humanos y los animales;
  • Los efectos del sistema de producción en la sostenibilidad del medio ambiente en el mundo.

Decididamente, hoy en día los agricultores, los ganaderos y los productores y minoristas de la industria alimenticia quieren introducir los importantes avances obtenidos en los conocimientos nutricionales y los nuevos métodos tecnológicos para asegurar la cantidad, seguridad, calidad, variedad, conveniencia y atributos agradables de los alimentos en el siglo XXI. No hay duda de que el público necesita estar bien informado sobre la cadena alimentaria, para poder comprender las realidades de la producción alimenticia y como todas las personas que forman parte de la misma están obligadas a satisfacer las necesidades de los consumidores y a mejorar su calidad de vida.